Pregunta
difícil de responder pero para nosotras hay una respuesta clara, el claustro
desde luego es y debe ser un EQUIPO, no sé si de alto rendimiento o no. Hasta
ahora hemos hablado de la importancia de las neuronas espejo para el
aprendizaje, de cómo aprendemos de nuestros
iguales y de cómo es más importante nuestra “actitud en el aula” que “lo
que decimos”, esto último es debido a la gran capacidad que tenemos para
empatizar con el resto de seres humanos, aunque en ocasiones nuestra empatía se
queda obnubilada por nuestras propias vivencias emocionales si éstas, no están
bien gestionadas.
Os contaré, escribiéndolo en primera
persona, un caso que puede ser posible en cualquier centro educativo del mundo
para demostrar que la afirmación anterior suele ser real.
En mi clase de 26 alumnos,
tengo 3 alumnos de compensación educativa, uno de ellos muy disruptivo, me
cuesta hacerme con él e interrumpe a menudo en clase. Todos los días estos
niños junto con otros de otros grupos salen 1 hora del aula con la PT del
centro para que les ayude y yo cuento con esa hora para poder “avanzar”.
Hasta aquí, todo en orden, pero
resulta que, a la PT del centro el director le ha asignado como coordinadora en
un curso donde tiene que ausentarse una vez al mes en horario lectivo, de lo
cual se informa a todo el claustro. En consecuencia de las horas que falta, una
de ellas es la que da clase a mis alumnos y como ella no viene, yo creo que no
puedo “adelantar”.
El primer mes no digo nada,
el segundo y tercer mes, tampoco, pero el cuarto no me puedo callar y el día
que viene a decirme que al día siguiente no está, le digo con gesto duro, en un
tono serio y mirada de reproche “pues si
ya que te los sacas poco aún encima faltas todos los meses, ¡no sé yo como van
a avanzar!”. A lo que ella me responde con gesto y tono defensivo: “si tienes algún problema habla con el
director, que es el que me ha pedido que sea coordinadora, además no sé si soy
yo quien tiene que avisarte”.
Que ocurrió después, pues
que nunca me volvió a avisar de cuando iba a faltar por ir al curso y estuvo un
poco tirante conmigo, hasta que se le pasó.
Ahora bien, analicemos la
situación: ¿Están bien gestionadas mis emociones?, ¿quién es el responsable de
que la PT no venga a mi clase?, ¿es a ella a quién me tenía que dirigir?, ¿el
lenguaje verbal y no verbal que utilicé, es el adecuado?, ¿cómo he hecho sentir
a la compañera?, ¿he pedido disculpas después?, si no lo he hecho ¿he creado
acercamiento o alejamiento en el equipo?, ¿podría haber actuado de otra
manera?, ¿cómo lo hubieras gestionado tú?
Tras esta historia y tomando
como referente lo que Goleman (2012) señala en su libro “El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos”, la
desvinculación y la sobrecarga por exceso de estrés de algunos entornos
laborales incapacitan las zonas prefrontales del cerebro, donde se ubican la
comprensión, la concentración, el aprendizaje y la creatividad. Es por ello que
un buen líder es aquel que ayuda a las personas a alcanzar la zona cerebral
donde puede dar lo mejor de sí y permanecer en ella.
Por consiguiente, ¿consideramos
que los claustros debemos de ser un equipo liderado por un compañero que nos
ayude a gestionar lo que ocurre en nuestro entorno de trabajo? Nosotras creemos
que SI, puesto que como MAESTROS tenemos un objetivo común y es, el de
favorecer el desarrollo integral del niño en un entorno seguro donde se respire
un clima de confianza y de posibilidades de avanzar. Esto solo puede
conseguirse en un entorno emocional adecuado, construido con la suma de la cohesión de los miembros del centro, del
esfuerzo y del trabajo de todos los componentes de los equipos docentes por los
que va a pasar el niño desde que inicia el cole hasta que lo finaliza.
Si cada uno de nosotros
aporta su granito de arena a una visión común de centro y de cómo creemos que
tiene que ser ese desarrollo integral, cada maestro en la medida de la labor
que le toque desempeñar aportará todo aquello que considere necesario para
conseguirlo.
Para nosotras hay otro elemento clave
por el que consideramos que el claustro debe ser un equipo y es la misma
fundamentación por la que consideramos que el aprendizaje es social. Si yo me
siento parte de algo, haré todo lo posible porque ese algo funcione, si además
es el lugar donde voy a estar 29 horas a la semana y en el que tengo que ir a
sacar lo mejor de mí después de haberme cuidado y gestionado emocionalmente
(recordemos: somos referentes, el espejo donde se miran).
Pues que mejor si voy a
trabajar y me siento a gusto, si siento que formo parte de, si compruebo que
cuentan con mi opinión independientemente de si soy interino o definitivo, de
que las decisiones de centro sean consultadas al claustro y consensuadas; de si
siento que me ofrecen ayuda; de si observo implicación a mi alrededor; de
si pedir ayuda y recibirla se hace con
naturalidad o de sí me saludan cada mañana con una sonrisa.
Aquí os dejamos un vídeo
sobre los equipos de alto rendimiento, es muy gráfico y útil tanto si quieres
analizar si trabajas en un equipo de alto rendimiento como si quieres saber las
claves para conseguir que el claustro al que perteneces lo sea.
NOSOTROS, ¡LO
HEMOS CONSEGUIDO!
¿Quieres
saber cómo?
Lee
el siguiente post
Referencias
- Casafont, R. (2014). Viaje a tu cerebro emocional. Barcelona: Ediciones B, S.A.
- Goleman, D. (2012). El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos. Barcelona: Ediciones B, S.A.
- Goleman, D. (2014). Liderazgo. El poder de la inteligencia emocional. Barcelona: Ediciones B, S.A.